lunes, 3 de febrero de 2014

ESTÁS.

Estás en el viento cálido de primavera,
estás en la lluvia fina que cala y moja 
cada centímetro de piel desnuda,
estás en la risa del niño inocente
que se sabe por encima del bien
y del mal, que sabe que el presente
y el mañana son regalos, por eso tiene
como invitada de excepción a la felicidad.

Estás en mi como yo lo estoy en ti,
estás en el susurro famélico de la 
bucólica soledad, estás en mi ganas
de comerte con los ojos, en mi cuerpo
desnudo que se desviste con cada verso
que tus manos escriben por mi espalda.

Estoy en tus vacíos nostálgicos de cuando
no estamos, en el tren que parte con la
promesa de noches pendientes, en los ríos
de lágrimas internas que inundan el caudal
de mi desdicha por tu ausencia, en el hueco
de la cama que llenamos cuando a la muerte
entre gemidos damos esquinazo.

Estás salvándote en mis manos, 
Estás sin estar aquí y ahora, 
estás radiante, preciosa, sublime, 
caminante, activa, grandiosa,
poética, delicada, frágil,
estás... después de todo,
qué bella es la vida cuanto
estoy contigo, cuando somos uno,
cuando el tiempo no adelanta los relojes,
cuando nos fundimos con la vida
en una eterna primavera y dentro tuya
burlamos con sudor a la muerte.

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